Comenzó a boxear a los quince años por que
su padre le dijo que no tenía cerebro, por lo que era mejor
que aprovechara su cuerpo. A los veintiocho años Rocky
vivía en Filadelfia, Pennsylvania, entrenaba en el gimnasio
de Micke Goldmill para ser boxeador y se ganaba la vida
trabajando para un delincuente local, Tony Gazzo.
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